Recorriendo San Cristóbal en Galápagos

Después de una hora cuarenta minutos de  vuelo desde el aeropuerto de Guayaquil José Joaquín de Olmedo, la isla San Cristóbal en Galápagos nos acoge  con su encanto. Los lobos marinos nos dan la bienvenida, parecen los dueños de esta pequeña ciudad  de casi ocho mil habitantes. Se apropian de sus playas donde parecen confundirse con las rocas, se los ve en el malecón, en los parques, juguetean con los turistas pero desde su espacio, si se sienten invadidos se vuelven huraños. Unos saltan traviesos en el mar mientras otros retozan en la arena o entre las rocas, cae el atardecer en la isla y el espectáculo es maravilloso, así lo observamos desde Playaman, uno de sus balnearios más visitados por los turistas que llegan desde diversos destinos. Los turistas nacionales representan un pequeño porcentaje pues la mayoría de sus visitantes provienen de otros países de Sudamérica entre los que están argentinos, chilenos, colombianos; pero en mayor cantidad provienen de Estados Unidos y otros países de Europa que encuentran a este sitio como su destino predilecto a la hora de vacacionar.
La aventura empieza temprano cada día en la isla, sus calles adoquinadas nos conducen desde nuestro lugar de alojamiento hasta el Centro de Interpretación, una caminata que se realiza por un sendero debidamente señalizado. Una estructura de madera nos lleva al lugar donde reposa la historia de la isla, más allá del centro de interpretación los senderos condicen a otros destinos.
Otro lugar emblemático de la isla es Cabo de Horno más conocida como la playa de el amor, lobos marinos e iguana de mar, son el encanto de los visitantes que buscan lograr en el sitio la mejor gráfica. Es una playa de poca extensión. Su arena blanca se mezcla con pequeñísimas conchas marinas. Sus aguas cristalinas permiten observar las diversas especies marinas. El surf y el snorkel  son deportes practicados en esta playa. El romance también es propicio para parejas que escogen este destino para su luna de miel. Los buenos nadadores van más allá de su orilla para disfrutar de la naturaleza. Desde esta playa a unos cuantos kilómetros se observa El León Dormido, otro atractivo turístico de la isla San Cristóbal.
En nuestra estadía por la isla visitamos Tijeretas. Cuentan los guías y colonos de la isla que desde este sitio se pueden observar las distintas especies que habitan la isla. Los visores y una buena cámara, son imprescindibles para esta aventura que exige como requisito ser un buen nadador, sino lo es no se preocupe desde lo alto el paisaje es maravilloso. Las azules aguas se mezclan en una infinidad de colores. La zona es rocosa como casi toda la isla, los lobos marinos son dueños también de estos espacios y  nadan inquietos junto a los turistas que practican snorkel. La experiencia es única, desde los visores se pueden observar las distintas especies marinas, peces multicolores, cangrejos, entre otros. Desde otro sendero se puede llegar hasta un mirador en lo alto que permite observar una hermosa vista, un guía nos cuenta que desde aquí un manabita se lanzo al abismo perdiendo la vida.
Nuestra siguiente visita es a la playa de Lobería, de características muy parecidas a las otras playas, pero un poco más amplias. De arena blanca y guas cristalinas. Desde la orilla en pequeños arbustos  sirven de refugio a los visitantes que quieren protegerse del sol, donde atrevidos se posan aves de distintas especies. Otros prefieren disfrutar de sus cálidas aguas.
Y en nuestro tour por la isla en un recorrido de 17 kilómetros en chiva visitamos la laguna El Junco. Dejamos nuestro vehículo para iniciar una caminata por un sendero empinado, es la zona más alta de la isla. Una larga escalinata nos conduce hasta la cumbre donde se asienta la laguna El Junco, el lugar es hermoso rodeado de una frondosa vegetación, algunos  colonos llegan al lugar a pescar truchas especie que fue introducida al lugar y a buscado ser extinguida por causar daños al ecosistema, pero que hasta ahora no se ha logrado. Una fotografía del lugar es imprescindible por su extraordinaria belleza.  El lugar también es parte del primer parque eólico del Ecuador.
Seguimos nuestro recorrido y nos trasladamos hasta La Galapaguera Cerro Colorado, lugar inaugurado en el año 2002.  Al ingreso un guía da las indicaciones. Evitar el contacto con las tortugas y permanecer atentos a no tocar una planta denominada manzanillo que al contacto con la piel produce una especie de quemadura y si es ingerida produce intoxicación, la planta es alimento de las tortugas. El guía explica que los huevos son retirados cuidadosamente y ubicados en la misma posición que fueron encontrados para no dañar el embrión. Se colocan en modernas incubadoras  donde permanecen de 90 a 120 días hasta nacer, luego las pequeñas crías son ubicadas en espacios adecuados según su edad. Las pequeñas tortugas son medidas y pesadas cada mes para comprobar que evolucionan fuertes y sanas. A los cinco años están listas para ingresar al mundo natural. En otros espacios del lugar se observan tortugas de mayor tamaño y edad que son el atractivo de los visitantes.

Nuestro recorrido nos lleva hasta Puerto Chino, otra hermosa playa de la isla, último lugar en ser visitado en nuestro periplo por San Cristóbal.   

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